P.M.: y se fue a Madrid.
S.J.: Sí, a Madrid, a estudiar Física. Ahí demuestra que tenía dudas, que quería conocer cómo funciona el mundo, cómo es la existencia, que buscaba a Dios, en resumen. Vamos, es lo que yo pienso.
P.M.: y allí ya le perdió la pista…
S.J.: un poco, sí, pero estaba informao, no se crea. Bajaba a la sala de beatos y Willy, Guillermo Chaminade, ya sabe, que le tenía más controlao, pues me contaba cosas.
P.M.: ¿Y?
S.J.: Bien, bien. No voy a esconder que el hecho de que no siguiera carrera religiosa escoció un poco aquí arriba, pero oye, tal y como están las cosas, si nos cabreásemos por cada uno de los que abandonan el sendero del servicio a Dios, imagínese.
P.M.: Ya, ya.
S.J.: Pero bien, oye, el chaval era un hacha en los estudios, hizo buenos amigos, conservó a los de siempre, tampoco se metía con nadie… estupendo. Y además en seguida se dedicó a ayudar a los más necesitados, sacando tiempo y ganas para hacer voluntariado. Una actitud muy cristiana, aunque no fuese esa su intención. Muy bien, estábamos contentos.
P.M.: y al final cada vez más cerca de los orígenes, ¿no?
S.J.: Pues sí, sí. Oye, que no es que fuese perfecto. Un poco alocado con las chicas, con unas y otras, algún corazón rompió el mamoncete, no se crea. Yo es que no se que tiene, porque las cosas como son, guapo no es que sea, pero siempre ha tenido algo que ha atraído a las chicas, fíjese, un yoquesé, un queseyó… Que ha tenido amigos más guapos, con diferencia, y no se han comío una rosca, y fíjate éste, resultón y poco más y era todo un Casanova. Eso lo veíamos con preocupación, ¿eh?, no sea que se diese a la lujuria y al desenfreno. Pero no, no, al final fíajate, le dio por la enseñanza, y en colegios religiosos, bueno, y ya cuando volvió al redil de los Marianistas, ¡qué alegría! Y no en cualquier colegio, no, ¡en el Pilar! Es que no es cualquier cosa, ¿sabe? Un poco conservadores de más, pero ahí está él, luchando porque se abran un poco a los nuevos tiempos.
P.M.: ¿Ah, sí?
S.J.: sí, sí, como le gusta ir de modernillo, de intelectual y tal; lo que los que saben de esto llaman "un gafapasta". Que al principio eso aquí no gustaba, claro. Esas películas que hacía, con aquel chaval tan apuesto… desperdiciaba su talento y el de su amigo, ¿sabe? Un tanto crueles, siempre algún asesinato, algún drama profundo… Menos mal que entonces le dio por la animación, y, oye, mucho mejor, ¿eh?. Lo malo es que dejó de hacer aquellos dibujos tan divertidos, ¿cómo se llamaban?... Gustaban mucho por aquí, cómo eran…
P.M.: Los hermanos Warroski
S.J.: Eso, eso, jejeje, qué jodíos, qué buenos eran… se tiraban de la cola, y tó, jajaja.
P.M.: Bueno, pero volvamos al grano, lo importante, las chicas.
S.J.: Pues lo que he dicho, que estábamos algo preocupaos porque no hacía más que revolotear, sin sentar la cabeza, algún corazoncejo roto, ná, oye, si es lo normal también. Pero menos mal que apreció esta chiqueja, Sonia, voluntaria también, que, oye, supo entrarle así en los ojillos, al jodío, y cayó al final el chaval. Y pa nosotros que supuso un alivio que sentase la cabeza.P.M.: Y se fueron a vivir juntos…
S.J.: Sí, sí, Y no es que nos gustase, no, pero es el signo de los tiempos, mire usté. Al menos estaba recogío, bueno, teniendo en cuenta dónde vivían, “recogidicos”. Pero al final mira…
P.M.: Al final se casan por la santa Madre Iglesia.
S.J.: Efectivamente, y en la capilla ande yo estaba, que no sé qué habrán puesto. Es que no he querido mirar, porque como fueron tantos años ahí, pues me conozco, que soy mu blandito, y como mire voy a echar una lagrimita, recordando los viejos tiempos.
P.M.: Pero a la boda irá, ¿no?
S.J.: Ahí sí, ahí sí, cómo no. Ahí tengo que estar. Aunque aún no me ha llegao la invitación, pero vamos, que invitao estoy, eso seguro, pero que habrán tenido algún problema con el correo. ¿Algo más?
P.M.: No, no, nada.
S.J.: Pues nada, me voy, que estoy ocupado. Es que estoy mirando a ver unos artículos de un chaval que se ha puesto a analizar la pasión y muerte de nuestro señor en un blog, y claro, eso afecta a mi libro, no sea que ponga en duda algo de lo que escribí. Vamos, al mío, y a los de mis tres compañeros evangelistas, claro que, entre nosotros, el que mejor está escrito y el más fidedigno es el mío, que al fin y al cabo yo estaba allí y lo ví todo, hombre, que por algo era el discípulo que el señor más amaba y me dejó después al cargo de su madre, la pobrecica virgen María.
P.M.: ¿Pues cuántos años tenían usted?
S.J.: 26, pero es que estaba la cosa muy mala, mucho paro, y eso.
P.M.: ¿Y qué? ¿Hasta cuándo vivió con ella?
S.J.: Pues hasta los 36, que falleció la pobrecilla. Oye, que estaba muy a gusto yo con ella, que con su pensión de viudedad no vivíamos mal, que siempre me daba algo para tabaco y eso; viciejos de chaval. ¡Cuánto me agrada que la juventud de ahora me haya tomado de ejemplo!
P.M.: Será en esto en lo único, sí, bueno, y en el pelo largo…
S.J.: A lo que iba, que voy a mirar a ver qué dice la página ésa, http://increiblebleble.blogspot.com, creo que es la dirección; y no está nada mal, ¿eh?, de lo que he podido ver se la recomiendo a todo el mundo.
P.M.: Bueno, pues nada, muchas gracias. Adiós.
S.J.: De nada, hombre , a mandar. Tira pabajo.
Entrevista a San Juan Evangelista (y II)
martes, 21 de abril de 2009
Etiquetas:
Entrevistas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario